viernes, 24 de julio de 2020
EL CONSUELO DE RODOLFO
jueves, 9 de julio de 2020
VENDER EL ALMA
VENDER EL
ALMA
—¡Buenas! Nos estamos durmiendo en el sueño —Entró riéndose por la puerta y
me despertó, me preguntó por qué no preví las peleas, las vacas flacas, los
enojos, las lágrimas, la traición y adelantándose a cualquier replica mía
dijo—. El trato era conmigo— se desabrochó el botón del traje y se sentó relajado
en el sofá de cuero. Dejó de lado el maletín, se acodó en las rodillas y juntó sus
manos, supuse conteniendo su impaciencia.
—Ella te está engañando. Te gusta sufrir eh. Todo esto —hizo ademán de
abarcar toda la oficina—, no hubieras gastado si firmabas conmigo, pero fuiste
como loca ¿No? Como camión en bajada, confiando ciega en la otra. Ella no sos
vos, ya te dije ¿Creíste que todo se iba a solucionar? ¿Qué todo iba a salir
bien y no ibas a perder nada en el camino? Todo tiene un costo. No, no me mires
así.
Me hamaqué en la silla y ocupe los apoyabrazos, la bronca carcomía mí
garganta, escuché al viento que arrastró las hojas otoñales del arce, se
pegaron húmedas a las rejas del balcón y empañaron los ventanales. Volví a
mirarlo, abrió el portafolio y sacó los papeles.
—No vas a dejar nada, y te vas a ir como todos, siendo doña nadie, no vas a
cambiar al mundo haciendo eso ¿No ves a tu alrededor? ¿No ves que ellos no
viven de lo que hacen? Porque no pueden —se paró y golpeó el escritorio, empujé
con los pies mi silla hacia atrás —¡No se puede ya te lo expliqué miles de
veces! ¡No se puede, pero no te entra bala! Igual parece que hoy recapacitaste—se
tocó el mentón —, y me llamaste, bien. Habrás pensado ¿Por qué no firmé con él
antes? Me ahorraba todo este dolor de cabeza, me ahorraba poner el lomo, me
ahorraba este cansancio emocional y financiero. En el fondo me llamaste con tus
pensamientos porque necesitás de mis servicios, necesitás de mí, soy tu
salvación aunque no lo quieras admitir y estoy disponible tooodo el tiempo del
mundo —arqueó las cejas y afirmó—. Conmigo estarías arriba de ellos en un solo
día, menos que eso, en unas horas y les mirarías a todos desde lo alto. Y…y te
pedirían cosas ¡A vos! Serías la persona más importante, la más buscada, la más
deseada, respetada y amada. No harían falta enfrentamientos ¿Quién se animaría
a enfrentarte? ¡Nadie! Estarías cumpliendo el sueño que siempre quisiste sin
pedir nada a cambio. Solo por una mísera e insignificante firma. Yo no sé por
qué la gente me rehúye a veces, no soy yo el problema, ayudo a los que
necesitan, les doy una mano, como a vos ahora en este barco que se hunde ¿Qué
no ves? Sos la única a bordo del Titanic ¡Del Titanic! Vos, que empezaste
remando en una canoa con dos amigos y encima te utilizaron para beneficio
propio, te engañaron, te manipularon para lograr objetivos mezquinos, para
satisfacer ambiciones ajenas. No me digas ahora que no vas a firmar ¿Vas a
seguir con esas ideas? Estás una y otra vez dando vueltas como calesita sobre
el mismo tema. Este es tu fin, no hay salida, listo, no cambiaste nada, el
mundo sigue igual, hay pestes, pestes, y bueno por ahora más pestes, hoy es el
corona mañana será otra cosa.
Deslizó el contrato encima de mis papeles.
—Un trazo y cambia tu vida, un trazo y vas a ser esa persona segura y
hermosa que tanto quisiste ser.
Me levanté reflexiva, alineé los papeles del contrato, gran vida me
esperaba, tomé embroncada la lapicera y en el reflejo del tubo dorado la vi
otra vez, agradecida y sonriente, preparada para despedirse, como si supiera
que esto pasaría. Imaginé que venía hacía mí, me daba la mano y yo aceptaba.
Él me vigiló, la camisa lisa resaltaba su rostro inmaculado, la quemazón
hizo que retirara la mano del contrato, arrojé la birome hacia el balcón:
—Otro día será.
Lo hice por esa dama de blanco que actuaba de grande porque vivía en paz
con su espíritu de niña. Ella era yo en treinta años y por esto, rechazaría toda
oferta tentadora en las peores condiciones, y afrontaría las consecuencias. Mi
futuro yo me vigilaba y sabía-por su mirada comprensiva-que su destino dependía
del trazo de mi firma.