jueves, 25 de julio de 2019

AMANECER


La vaca pasta somnolienta. Pastizales acarician su pelaje con la brisa, sacude las orejas por las moscas que vuelan en círculos. Él aguarda sumiso a la franja naranja. Las sierras curvan en zigzag el horizonte verduzco y ubican los pinos a su antojo. La vaca se percata de su presencia  y larga un mugido, mueve la cabeza y lo mira de perfil. Exhala fuerte dos líneas de hálitos y continúa pastando. Él quiere perderse como la estrella, con las manos en los bolsillos escupe ante la vigilancia atenta del mamífero. Da la espalda para entrar en calor, y la ruta negra ahora está gris. La camioneta está varada y el auxilio del seguro todavía no llega. El transito va en aumento, y es mal momento para orinar recuerda tarde. Mala señal, para un viaje de regreso, quería volver al amor que había abandonado kilómetros antes en aquella granja inhóspita inundada de bichos. Había perdido todo y el amanecer se fue con él.

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